Mi hija es la luz de mi vida, pero su nacimiento pudo haberme costado la vida. No tuve epidural, porque gracias a años escribiendo Grey’s Anatomy, temía más las complicaciones que el dolor del parto.
Mi parto fue considerado normal, lo cual significa que caminaba, me doblaba y vomitaba del dolor agónico cada pocos minutos durante 22 horas, luego empujé con todo mi cuerpo por cuatro horas más. Aun así, necesité asistencia con vacío para sacar al bebé porque su cabeza estaba atrapada en mi pelvis. Cuando mi hija finalmente salió, sana, lloré de alivio, pero mi rostro estaba seco porque estaba demasiado deshidratada para producir lágrimas. En ese momento pasó rápidamente de normal a aterrador mientras la sangre comenzaba a salir de mi cuerpo acumulándose en el piso del hospital.
No morí desangrada porque el equipo médico tuvo fácil acceso a misoprostol, un medicamento que ha sido retirado de los carros de emergencia en Louisiana porque, aunque es increíblemente eficaz para detener las hemorragias post-parto, también se puede usar para inducir abortos. También requirió que me pusieran esponjas y gasas y nueve puntos para detener la hemorragia.
Me llevó meses recuperarme completamente del parto, en parte por la pérdida de sangre, y en parte porque una de las esponjas fue olvidada dentro de mí. Si eres fan de Grey’s, sabes que una esponja olvidada puede llevar a serias infecciones, enfermedades y muerte. Tuve suerte de sentir que algo estaba mal y que los doctores me creyeron, buscaron y encontraron la esponja podrida mientras los antibióticos aún podían tratar la infección.
Estoy compartiendo los detalles espantosos del nacimiento de mi hija porque las mujeres usualmente no lo hacen. De la misma manera que nuestra cultura nos ha enseñado a susurrar sobre nuestras menstruaciones y ocultar nuestros tampones, a pesar de que nuestros ciclos perpetúan nuestra especie, las nuevas madres son culturalmente guiadas a ocultar los detalles más brutales del parto. Nuestra sociedad enfoca en bebés hermosos y risueños. Ignora, a través de un silencio culturalmente perpetuado, las heridas físicas y emocionales que acompañan la experiencia del embarazo, el aborto espontáneo, el parto y la maternidad.
Creo que en parte por este silencio, porque nos hacen sentir que de alguna manera traicionamos a nuestros impresionantes y amados bebés al nombrar las realidades que conducen a su existencia y la acompañan, hemos permitido que se aprueben leyes en los Estados Unidos de América que obligan a las mujeres a llevar embarazos no deseados a término. Es crucial que las mujeres comiencen a hablar sobre lo que realmente significa el término “derechos reproductivos”, porque es la única manera de enfatizar la importancia de que votemos en esta elección.